Un cuarto oscuro, centelleantes luces de colores, música a todo volumen y personas que se mueven al ritmo de las canciones más populares.
Lo que a simple vista parece una fiesta en su mejor momento, en realidad se trata de un evento totalmente distinto: una clase de indoor cycling, un novedoso deporte que cada vez está ganando más adeptos en Guayaquil y Samborondón.
Publicidad
Como su traducción lo indica, se refiere a una sesión de ciclismo bajo techo al ritmo de una coreografía preparada.
Publicidad
Aunque puede parecer similar al spinning, lo cierto es que esta disciplina va más allá del deporte, enfocándose en “conectar la mente y el cuerpo con mensajes positivos”, según explica María Fernanda Del Mónaco, brand manager de Síclo, marca que llegó a Ecuador luego de catorce países en octubre del 2024 y cuyo local está ubicado en Batán Town Center en Samborondón.
Con entrenadoras que parecen DJ, las sesiones de 45 minutos están dirigidas a hombres y mujeres de 13 años en adelante, quienes, montados en bicicletas especializadas, suben y bajan siguiendo la voz de las entrenadoras.
“Pueden hacer este deporte al ritmo que ustedes vayan eligiendo. Hay personas que vienen dos o tres veces al día, y hay otras que lo hacen de a poco. Es un proceso como todo en la vida”, recalca Del Mónaco.
Publicidad
Las clases en Síclo se desarrollan en horarios matutinos y nocturnos. La marca maneja precios que van desde los $ 19 por sesión individual hasta paquetes de 40 clases por $ 520. Las reservas se pueden realizar en su página web reserva.siclo.com o a través de sus redes sociales.
En la misma avenida de Samborondón, en Márbol Plaza, también está Volta Studio, centro de indoor cycling que abrió sus puertas en enero del 2025, como parte del sueño de dos amigas: Laura Maspons y Anabel Baquerizo.
Publicidad
Aunque sus profesiones no tienen relación con el ejercicio (Laura es licenciada en Marketing y Anabel es arquitecta), fue su pasión por el indoor cycling, deporte que practicaban en el extranjero, lo que las unió.
“Era un ejercicio con el que pude conectar a nivel personal y bastante emotivo. Cuando vimos que había un nicho en el mercado tuvimos la idea y dijimos: ¿sabes qué?, probemos las aguas, y a la final ha sido un espacio donde no solo vienes a hacer ejercicio físico sino también mental“, dice Maspons.
Aunque ambas reconocen que en un principio sentían mucho miedo por emprender, en menos de tres meses han logrado construir una comunidad de clientes de todas las edades que acuden frecuentemente.
“Aquí no hay límites. Pueden practicarlo hombres, mujeres, personas con experiencia o nuevas. Aquí han venido desde mi papá, mi abuela, hasta mis sobrinas. Tú entras a la clase y tu mente se desconecta. Son 45 minutos dedicados para tu corazón y sales sintiéndote bien”, narra Baquerizo.
Publicidad
Con horarios en la mañana y en la noche, sus clases se pueden reservar a través de su aplicación Volta EC, con precios que van desde $ 12 por la clase de prueba hasta paquetes de 30 sesiones por $ 250.
Cabe mencionar que el indoor cycling no solo se practica en Samborondón. Butterfly, centro de entrenamiento para mujeres en la ciudadela Kennedy, norte de Guayaquil, también ha incorporado esta disciplina a su oferta de pilates y HIIT.
“Nosotros buscamos que las mujeres tengan un espacio solamente para ellas y puedan conectar con el cuerpo y la mente”, indica Ivette Cangá, community manager del lugar que lleva atendiendo al público más de trece años.
En Butterfly hay distintos horarios a lo largo del día, con paquetes mensuales que mezclan todas las disciplinas que ofrecen y que van desde los $ 50. Para solicitar información, es posible contactarlos a través de sus redes sociales @butterfyfit.gye.
Barré: movimiento, fluidez y fuerza
Otra opción más estática, pero no menos exigente que el indoor cycling, es el barré. Tanto Síclo como Butterfly ofrecen esta disciplina que mezcla movimientos de ballet, yoga y pilates en una sola clase.
“BarréSí está dirigido a quienes buscan movimientos más retadores, donde se juntan flexibilidad, coordinación y fuerza”, explica Del Mónaco.
Durante la clase que también dura 45 minutos se utilizan implementos como pelotas, bandas elásticas de resistencia y pequeñas pesas.
“Lo que más se busca con el barré es tratar de activar esos músculos pequeños que no son tomados en cuenta”, dice Ivette. “Muchas veces por la indumentaria parecería que es una clase sencilla, sin embargo, fatiga los músculos y eso es lo que genera la tensión para fortalecerlos y tonificarlos”.
Clara Villa, una de las clientes de Butterfly, descubrió los beneficios del barré tras un diagnóstico lumbar. “A mí me detectaron un problema sumamente crónico de espalda y me recomendaron ejercicios de estiramiento que no tengan impacto”, dice.
Luego de más de un año practicando barré, Clara puede realizar estiramientos que requieren del uso de todo el cuerpo sin mayor complicación. “Me ha ayudado a ganar flexibilidad y también a desestresarme porque comparto con amigas“, concluye. (I)