Varios hombres, en fila, entran por una puerta grande de madera. Detrás del umbral hay una pequeña sala de espera. Ahí, incrustado en la pared, está un torno, alrededor del cual no se ve a nadie, solo se escucha un saludo y, como respuesta, el agradecimiento de los hombres cada vez que -en cada giro- aparece un pan.