Los romanos soltaban el ganado para trazar sus caminos, pues confiaban que buscarían la ruta más rápida y de menor esfuerzo, en cambio los españoles soltaban un burro y así nació nuestra desastrosa red vial.

Cuando estudiaba ingeniería, la frase ‘soltar el burro’, se decía entre en serio y en broma porque en las montañas, los caminos de herradura deben tener cierta pendiente para que trepe un burro.

A mediados del siglo pasado, mucha gente viajaba a la Costa a lomo de mula por Molleturo, porque está a solo 30 kilómetros de Puerto Inca en línea recta, pero a la altura de Cuenca. De hecho, un pariente hizo esta travesía y me contaba sus peripecias. El recorrido era el doble porque seguían el trazado del borrico, con pequeñas variantes, y no sabían que en todas partes del mundo se perforan túneles para cruzar las montañas.

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En efecto, hace 100 años se hicieron 6 túneles en la vía férrea a San Lorenzo, justo en un tramo de 30 kilómetros como el de Molleturo a Puerto Inca, que hasta ahora perduran. Pero nos gusta serpentear las montañas para que no se acabe la chamba.

La vía a Cuenca por Molleturo, se ha reparado tantas veces que podría ser la más cara del mundo. Era una belleza cuando fue terminada por el año 1996 y viajaba todas las semanas porque trabajaba en la pavimentación de Cuenca. Al poco tiempo se destruyó, en el 2012 la arreglaron y la volvieron a inaugurar. Ahora el Gobierno dice que hará una estabilización definitiva, pero nadie cree. No creen porque ni aparecen por la zona del Reventador donde la comunidad construye una variante con recursos propios, no dan pie con bola en el puente sobre el río Upano donde cruzar depende del nivel del río, están reduciendo el puente sur de Guayaquil a su mínima expresión, etc. Creo que es tiempo de soltar el burro, para siempre. (O)

Carlos Luis Hernández Bravo, ingeniero civil, avenida Samborondón