Las elecciones del pasado domingo bien podrían ser un punto de inflexión en su historia política.
De un lado, el presidente Daniel Noboa, con toda la vibra de su juventud y conexión digital con la mayoría del electorado, con la ventaja de ser gobierno, pero con la carga que representa gobernar.
Y del otro, la oposición correísta, que vio más cerca que nunca el retorno al poder, y en lugar de dejar fluir el momentum y hundir el cuchillo en las heridas del otro lado, hizo todo para perder.
Porque reconocer al dictador Nicolás Maduro frente a 10 millones de votantes en vivo y meterse con la dolarización, por mencionar lo más abultado, no llevaba a otra dirección que no fuese la estruendosa derrota del domingo 13 de abril.
Como decía el comentarista deportivo doctor Marcos Hidalgo Andrade en sus memorables transmisiones de fútbol: “Bien hecho”.
Pero más allá de los yerros del correísmo (enhorabuena para la democracia ecuatoriana), hay que resaltar los aciertos de Daniel Noboa.
¿Qué representa para el Ecuador la victoria de Daniel Noboa? Esto dicen nuestros especialistas
¿Se le puede acusar de usar el andamiaje comunicacional del Estado? Sí, pero otros gobernantes lo tuvieron y ni chicha ni limonada. La diferencia está en la acertada estrategia comunicacional y la calidad de los productos ofertados. Porque Noboa fue siempre el mismo. La primera dama, también. Se mantuvieron siempre en la misma línea, con el mismo guion. Y bueno, al final ya vemos el resultado.
Y en lo político, se la jugó con el tema de la licencia y la vicepresidenta. En lo jurídico, yo públicamente ya expresé mi opinión. Pero en lo político, una apuesta arriesgada; al todo o nada. Y al final, como dice la famosa canción de Benny Andersson y Björn Ulvaeus, “The winner takes it all…”.
Además, remató muy bien con golpes de efecto desde el palacio.
En resumen, pese a las adversidades que le salieron al paso, algunos generados por su propio entorno y otros “subidos desde el infierno”, supo capear el temporal y revertirlo.
Mención especial merece la reacción de la sociedad civil y medios de comunicación independientes, ante la amenaza del retorno del correísmo al poder, pues solo quienes lo combatimos por una década sabemos lo vivido y el daño causado a la democracia.
Lo cierto es que Daniel Noboa está al frente del país, nuevamente, y ahora por cuatro años.
Desde esta columna le auguramos éxito en sus funciones y le recordamos que esta contundente victoria no es un cheque en blanco, sino un muy pesado encargo, de cambiar para bien la realidad de las grandes mayorías pobres del país; de devolvernos la paz en las calles, de rescatar el sistema de salud pública y ponerlo a funcionar eficientemente; de dinamizar la economía y dirigir los recursos necesarios a los sectores estratégicos.
Es el momento de una gran reforma del Estado con una nueva constitución que sea el instrumento de desarrollo que necesitamos y desterrar
la malhadada hecha en 2008, diseñada para satisfacer egos, perseguir prensa libre y cortar las alas al progreso de una nación.
Estamos en sus manos, presidente Noboa, no nos falle. (O)