De la isla pacífica que era el Ecuador hasta hace unos cuantos años, hoy, vivimos un clima de violencia en todo sentido: el aire tiene olor a pólvora, el pánico cunde por todas partes y se cierne sobre nosotros la amenaza de seguir rodando cuesta abajo, haciéndonos perder la esperanza de volver a encontrar el sendero de paz y progreso del que antes gozábamos si no remamos juntos en la misma dirección.

Anatomía de una crisis

¿Cómo ocurrió? Muy sencillo. Abrimos las fronteras estableciendo la “ciudadanía universal”, pensando que los demás harían lo propio. Por supuesto, nadie lo hizo. ¿Qué pasó? De inmediato, se instalaron las mafias de las cuales no podemos librarnos todavía. Con estas facilidades, el dólar a la disposición y sin control alguno, suprimida la base de Manta y permitido el microtráfico de sustancias alucinógenas, con la famosa “tabla de drogas”, estas se apoderaron de grandes y pequeños, convirtiéndolos en presa fácil para el servicio del sicariato, la extorsión y el secuestro; y, con el fentanilo a muy bajo precio, ampliaron el espectro de los sometidos. Actualmente, tenemos una población infantil minada por la desnutrición y la drogadicción.

Por otro lado, nadie se siente seguro ni está a salvo de una bala perdida. Y el desempleo sigue aumentando porque los inversionistas, nacionales y extranjeros, ponen sus capitales en otros lares. La industria sin chimenea no puede crecer porque no podemos ofrecer seguridad y tenemos la mala fama de ser uno de los países más violentos del mundo. Peor no puede ser nuestra situación.

La nueva Constitución

Ante esta triste realidad, corresponde a los asambleístas recientemente electos cooperar con el Gobierno nacional, sin distingo de ninguna naturaleza, en una sola fuerza; y, sin pedir nada a cambio, enderezar el destino de la nación y enrumbarla por el camino de la construcción de un nuevo Ecuador. ¿Será posible? ¿O, acaso, piensan algunos, equivocadamente, que el pueblo los eligió para que continúen las riñas a fin de destruirnos y de que siga el saqueo de nuestras riquezas; o, para que se “alcen” con las aduanas, hospitales, explotación de minas y petróleo, con los respectivos sobornos, dejando en harapos la economía nacional? No señores. Ustedes no han sido elegidos para que el pueblo siga siendo víctima de la violencia en calles y plazas, se saqueen las arcas públicas, o para que los pobres continúen mendigando atención hospitalaria, buena educación, vivienda cómoda y barata, caminos vecinales, carreteras y obra pública sin sobreprecios, ni para que pocos engorden sus bolsillos mientras las grandes mayorías padecen miseria. No.

Las reformas económicas

Ustedes, asambleístas, deben pensar que el Ecuador es uno solo, que la lid electoral quedó atrás, que los resultados ya fueron proclamados, que tienen que aceptarlos aunque nos les guste o no les convenga, que no hay marcha atrás, que su obligación es navegar con la misma brújula; que se acabaron las prebendas, los repartos; que estamos desprotegidos por algunas leyes, que necesitamos respirar aire fresco, con seguridad, sin temor de salir a las calles, que nuestros hijos no pierdan a sus padres, que tengamos trabajo, que las drogas se alejen de nuestro suelo, y que debemos trabajar juntos porque somos un solo país. (O)