Barcelona SC logró el título de 1995 de la mano del técnico argentino Salvador Capitano. El apodado Toto antes había sido campeón con Emelec, el acérrimo rival amarillo.
El estratega, en conversación vía Zoom con EL UNIVERSO, contó detalles de su arribo al club torero, con el que celebró una corona, y ahora lo alegra el hecho de que el próximo 1 de mayo cumplirá 100 años de vida institucional.
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Desde Rosario, Argentina, el exentrenador relató que arribó al club por intermedio del fallecido exdirectivo Laerte Doria, quien sirvió de contacto para llegar a Xavier Paulson (también fallecido) e Isidro Romero Carbo.
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El momento que más recuerda el profesor en su estadía como canario fue el duelo en Quito, cuando Barcelona SC venció a Espoli y se quedó con la corona de 1995.
Ese día se emocionó ante la explosión de júbilo y festejo que vio en las calles de la ciudad por ese título amarillo, algo que calificó como “impresionante” y que aún lo mantiene vigente en su memoria.
También expresó que la afición torera tal vez fue algo fría con él, debido a que cree que “no le perdona” haber llegado desde el conjunto millonario.
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Además, consideró que una “tarea pendiente” que le quedó de su paso por los clubes de Guayaquil es no haber ganado un torneo internacional, algo que en su momento “se dará”, sostuvo.
Capitano indicó que estará en Guayaquil, pues fue invitado a las celebraciones que los amarillos tienen programadas por sus 100 años de historia.
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¿Cómo se dio su llegada a Barcelona SC?
Llegamos en febrero de 1995 y pasábamos de un equipo grande (Emelec) también a otro con mucha gloria, con mucha hinchada. Sabíamos a lo que nos ateníamos, y tengo la suerte de que ambas hinchadas me respetan como las respeto yo, ambos clubes me respetan como yo también, y eso se logra cuando las cosas van bien. En Barcelona modificamos muchísimas cosas que tal vez faltaban del club, como organizar las (divisiones) inferiores, tratar de armar un equipo competitivo ese año.
¿Quién lo contactó?
Fue por Laerte Doria (directivo en esa época). Nos vio trabajando con Emelec y siempre hablábamos y me decía: “Tienes que dirigir a Barcelona”. Le gustó mi forma de trabajo, conversó con el capitán Xavier Paulson y él lo hizo con Isidro Romero. Al final de 1994, Laerte Doria se contacta conmigo, dialogamos con el capitán y ahí se dio mi contratación en el club.
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¿Qué recuerda de directivos como Romero y Paulson?
Lo que hizo Romero fue espectacular. Además de las campañas, fue increíble el hecho de darle un estadio al club, que le dio otro nivel de categoría a nivel nacional e internacional. Me llevé muy bien con todos los dirigentes. Fueron años importantes, llenos de triunfos, campeonatos, éxitos, en los que todo el mundo estaba contento. Dirigí al club cinco veces y todas las etapas fueron felices.
¿Cómo vivió aquel título de 1995 logrado en Quito ante Espoli?
Yo no me daba por campeón hasta que ese gol que se dio (en jugada de Gilson de Souza, que terminó empujando un zaguero rival) casi faltando muy poco para que termine el partido y recién ahí me sentí campeón. Pensaba en ese momento en el hecho de salir campeón con los dos equipos más grandes del Ecuador, con más hinchadas del país, me tocaba a mí y mi cuerpo técnico, y realmente ahí entendimos lo que estábamos logrando. Tengo un agradecimiento muy grande a todos los jugadores y a la hinchada de Barcelona.
¿Cuál fue la clave para lograr la corona en aquella campaña?
Cuando llegué a Ecuador estaba convencido de que nuestra forma de trabajar nos ayudaría. En Barcelona había una personalidad muy grande en sus futbolistas, como, por ejemplo, Carlos Alfaro Moreno, que conocía nuestra forma de entrenar a Marcelo Morales (apodado Pepo), que nos ayudó muchísimo a encontrar un funcionamiento colectivo que gustaba verlo por parte de la hinchada. Eso a nosotros nos hizo muy felices.
¿Su mejor recuerdo con los toreros?
Puede haber varios, pero creo que el mejor es cuando hace el gol Gilson (en el partido ante Espoli por el título de 1995), ese es el recuerdo que no puedo olvidar, lo tengo siempre delante de los ojos. Creo que eso, cuando se da el momento del gol del campeonato, lo puedo acompañar con lo que fue nuestra llegada a Guayaquil, a la salida en el bus desde el aeropuerto por todas las calles, por el centro de la ciudad, no sé, había medio millón de hinchas celebrando el título.
¿Y de la hinchada qué puede decir?
Siempre me manejo con la verdad, creo que con la afición de Barcelona tal vez no llegué a tener su cariño porque tenía en la mente que yo llegué tras haber estado en Emelec. Tal vez, no sé si la palabra correcta es que la afición “no me perdonó eso”, pero siempre me trató con mucho respeto, al igual que yo se lo tengo.
¿Qué sentimiento lo embarga con respecto a los 100 años que está por cumplir Barcelona?
El solo hecho de pensar en un equipo que cumple 100 años de vida. Estamos hablando de mucho tiempo. Barcelona es un club con mucha gloria, reconocido a nivel internacional, que tiene su estadio, su concentración y otras cosas que lo hacen un club de primer nivel y es parte de una etapa en la que Isidro Romero hizo muchísimo por el club. Barcelona es un grande de América y hay que acompañarlo en las buenas y las malas.
¿Le quedó una deuda pendiente o alguna situación por cumplir en el cuadro torero?
Dirigí a los dos grandes y siempre digo que tal vez me faltó dar algo más de mi parte, que fue de darle algo importante a Barcelona. Creo que a los dos (azules y amarillos) les hace falta ponerle esa frutilla al postre, que es ser campeón de un torneo internacional y creo que ese momento va a llegar. Tal vez estoy exigiendo demasiado, pero es la sensación que siento. Han ganado torneos nacionales y son los más grandes, pero eso es lo único que les falta. (D)