Así es la peligrosa enfermedad de las personas que no pueden sentir dolor

En un mundo donde el dolor es una realidad cotidiana, existe un grupo de personas que, en contra de lo que podríamos considerar normal, son incapaces de sentir dolor porque sufren de una rara enfermedad conocida como Insensibilidad Congénita al Dolor con Anhidrosis (CIPA).

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Pero, ¿es bueno o malo? Esta peculiaridad no es algo que puedan controlar.

Según el Centro Nacional para la Información Biotecnológica es una enfermedad que afecta a aproximadamente 1 de cada 125 millones de personas y tiene una esperanza de vida reducida, con muchos pacientes que no viven más allá de los 25 años.

Ese mismo organismo explica, en su sitio web, que esta condición impide a los afectados sentir dolor.

En concreto, la peligrosidad de la condición se caracteriza por la desconexión de los nervios sensibles al dolor en las partes del cerebro que reciben los mensajes de dolor.

Aunque algunas personas con insensibilidad congénita al dolor pueden llevar una vida relativamente normal, deben estar constantemente vigilantes para detectar cortes, moretones, automutilaciones y otras lesiones que no pueden sentir.

Y es que la automutilación es una característica casi invariable de este trastorno, afecta con mayor frecuencia los dedos, los dientes, los labios, la lengua, las orejas, los ojos y la nariz.

Además de la incapacidad para sentir dolor, las personas con CIPA tampoco pueden sentir temperaturas extremas ni sudar, lo que requiere una atención aún más cuidadosa.

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¿Cómo se trata la insensibilidad congénita al dolor?

El diagnóstico de este síndrome se realiza a través de una combinación de pruebas clínicas. Sin embargo, para una confirmación definitiva, se recomienda la realización de pruebas genéticas, indica el sitio web ya citado.

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En cuanto al tratamiento, según el Centro de Información de Enfermedades Genéticas y Raras, la CIPA es una condición sin cura conocida.

El enfoque terapéutico se centra en la gestión de la temperatura corporal, la prevención de autolesiones y el tratamiento de complicaciones ortopédicas, como fracturas óseas. (I)

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